“Si jugamos con los tiempos y cambiamos a Nikita Kruschev por Seyyed Alí Hoseiní Jameneí, es por demás seguro que el misil nuclear a Miami habría sido disparado sin remordimiento alguno cambiando por completo la historia de la humanidad.”
A principio de los años 60 la situación política entre La Habana, el Kremlin y Washington no eran las más idóneas diplomáticamente hablando. Fidel Castro, Nikita Kruschev y JFK buscaban cada quien por su lado la mejor estrategia política para militarmente colocar a sus fuerzas en sitios estratégicos en caso de una confrontación bélica. La democracia Vs el comunismo, el bien Vs el mal, era el tema del día y la tabla de juegos era el mundo entero donde se trataba de impedir el avance comunista en aquellos países estratégicamente vitales para el bloque de países democráticos y que por su debilidad política, económica y social podrían ser presa fácil para el comunismo. Por su parte, Nikita Kruschev estaba muy molesto y a la vez preocupado por la colocación de Estados Unidos de misiles balísticos en Turquía, estado fronterizo con la Union Soviética, mientras Fidel Castro también lo estaba por el intento de invasión a la isla por parte de disidentes cubanos entrenados por la CIA, entrando por Bahia de Cochinos.
Nikita Kruschev era un hombre de carácter fuerte y temperamental al punto que en su visita a la ONU en septiembre de 1959, se quito el zapato y comenzó a golpear el podio una y otra vez de forma airada, buscando la atención de los asistente y a la vez pasando a la historia por tan insólito comportamiento. Fidel Castro por su parte, un hombreo duro y carente de toda humanidad, buscaba a como diera lugar implantar el comunismo en Cuba, aunque eso significara fusilar o desterrar a la mitad de la población, mientras la otra mitad aterrada, se dejaba seducir por tan terrible realidad. JFK era el estadista, el hombre cadencioso y meticuloso que sin perder la compostura, luchaba por mantener el control de la situación sin que se le escapara de las manos, aunque si se le escapo, cuando los servicios secretos de la Unión Soviética descubrieron su plan de invasión militar de los Estados Unidos a Cuba, conocido como la Operación Mangosta y luego por su propio asesinato, un plan macabro que según las ultimas investigaciones demuestran que Fidel Castro estuvo al tanto de su planificación hasta el más mínimo detalle.
Nikita Kruschev, molesto por todo lo que estaba pasando en sus fronteras se reúne con Fidel Castro y logra convencerlo de colocar misiles balísticos de alcance medio en la isla de Cuba, no sin antes discutir airadamente con Fidel Castro, quien se negaba al principio a menos que se firmara un acuerdo militar entre la Unión Soviética y Cuba donde la invasión a la isla seria tomada como una invasión a la propia Rusia. Fidel Castro termina aceptando la propuesta del temperamental líder ruso pero le pide que haga el traslado de los misiles de forma pública y notoria para que el mundo entero sepa del nuevo poderío bélico con que contará la isla comunista, a lo que Nikita Kruschev se niega rotundamente, haciendose al final todo de forma secreta. Por su parte JFK, meticuloso como siempre, descubre a través de las fotografías tomadas por uno de sus aviones espías U-2 que en Cuba están construyendo instalaciones misilisticas nucleares a lo que Nikita Kruschev responde con evasivas y mentiras negando todo lo que estaba ocurriendo y ganando tiempo para que de esta forma la Operación Anadyr, creada para la colocación de misiles balísticos nucleares, una división de infantería rusa y aviones bombarderos, para defender a Cuba de una invasión norteamericana, se terminara exitosamente.
La CIA le demuestra con las fotografías tomadas por el avión espía U-2 a JFK que las instalaciones misilisticas nucleares no están aun terminadas pero que lo estarán en poco tiempo, a lo que JFK responde con un discurso de 17 minutos a toda la nación Norteamericana el 22 de octubre de 1962, mientras los barcos rusos enfilaban sus proas hacia Cuba. En ese discurso JFK establece por primera vez en la historia, el bloqueo al rededor de la isla de Cuba, desplegandose en ese momento barcos y aviones de guerra norteamericanos para hacer valer la medida. Dos días después, el 24 de octubre de 1962, Nikita Kruschev responde airadamente a JFK, afirmando que la Unión Soviética ve el bloqueo a Cuba como una agresión y que no desviará los barcos que transportan los misiles nucleares. Mientras todo esto ocurre, la OEA y Estados Unidos conforman la fuerza naval para defender el bloqueo a Cuba, en esta fuerza naval participa Venezuela, con sus destructores ARV D11 Nueva Esparta y el ARV D21 Zulia, así como el submarino Caribe. Se les une también los destructores de Argentina, Rosales y Espora y República Dominicana, con las fragatas Luperón y Santana respectivamente. Todas bajo el mando del Contraalmirante de los Estados Unidos D. John A. Tyree.
Es un momento de gran tensión mundial, pues la guerra fría pareciera terminar en una confrontación nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética en pleno soleado Mar Caribe, mientras los aterrados habitantes norteamericanos preparan sus casas con refugios anti nucleares para protegerse del inminente bombardeo. A todas estas, Fidel Castro y sin justificación alguna, propone a Nikita Kruschev lanzar sobre el sur de la florida, específicamente sobre Miami, una bomba atómica que destruya la ciudad y a los miles de cubanos disidentes que escaparon a ella, a lo que Nikita Kruschev, horrorizado por la ligereza de la solicitud, le responde que de hacerlo, también Cuba seria destruida, pues el viento en pocos minutos traería la nube radioactiva sobre la isla, dejándola sin vida alguna. En tono desafiante Fidel Castro en compañía de Ernesto “Che” Guevara le responde que no importa, pues estarían dispuestos a inmolarse atómicamente para que sus cenizas sirvan de cimiento a sociedades nuevas. El 27 de octubre de 1962 la artillería cubana derriba uno de los aviones espías U-2 norteamericanos, aumentando aun más la tensión entre La Unión Soviética y Rusia.
Estoy seguro que Nikita Kruschev se sintió sorprendido por la solicitud de bombardeo nuclear hecha por Fidel Castro sobre Miami, pues hasta ese momento, aunque la situación era de gran tensión, era más una guerra de pulso entre él y JFK que de realmente disparar misiles nucleares unos a otros. Lo que la historia nos dice y de forma contundente es que en ese mismo momento Nikita Kruschev saca a Fidel Castro de las negociaciones y sin decirle nada, propone a JFK el desmantelamiento de las bases rusas de misiles nucleares en Cuba a cambio de la promesa de que Estados Unidos jamas hará o apoyará una invasión a esa isla, además de comprometerse también al desmantelamiento de las bases norteamericanas de misiles nucleares en Turquía. Ya bien entrada la tarde del 27 de octubre de 1962 JFK acepta la propuesta de Nikita Kruschev y los barcos rusos se desvían retomando el rumbo de regreso a los puertos de la Unión Soviética, poniendo fin de esa forma, a la crisis de los misiles que mantuvo al mundo en vilo y al borde de la tercera guerra mundial. El 29 de octubre de 1962 Nikita Kruschev comunica por primera vez a Fidel Castro los términos del acuerdo entre él y JFK, en lo que Cuba queda a salvo de cualquier invasión por parte de los Estados Unidos.
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Nikita Kruschev debió haber temido perderse en una guerra nuclear sin sentido alguno entre Estados Unidos y Rusia al darse cuenta que los misiles nucleares que pensó instalar en Cuba, estarían en manos y a decisión de disparo de Fidel Castro. Una realidad que le golpeó la cara de forma violenta con la solicitud de bombardear Miami por parte del líder cubano y que lo ubicó en una realidad perturbadora al escuchar las palabras sustentadas por Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara como una sentencia de muerte a millones de personas inocentes. Nikita Kruschev era soviético, ofuscado y temperamental pero extremadamente inteligente para embarcarse en una decisión como esa. Los rusos son guerreros pero no fanáticos al punto de inmolarse por algo o por alguien sin sentido alguno. Fidel Castro por su parte demostró de qué puede ser capaz con tal de implantar su régimen, de hecho han sido miles los cubanos que murieron fusilados, como bien lo reconoció Ernesto “Che” Guevara en su intervención en la ONU el 11 de diciembre de 1964 donde dijo: “Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando”
Dentro del cuadro del Estado Mayor de Cuba para ese octubre de 1962 estaban tres personajes que parecieran transportarse en el tiempo llevando sus peligrosos delirios hasta el presente, como ha sido el caso del propio Fidel Castro, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Raúl Castro, Jefe del Ejercito Oriental y Ramiro Valdés Menéndez, Ministro del Interior y mejor conocido como “Charco de Sangre”. Tres oscuros personajes que han jugado un papel primordial en la conquista de Cuba y su comunismo sobre Venezuela y su democracia. Fidel Castro a puesto en esta conquista su ideología, mientras que Raul Castro su olfato, dejando a Ramiro Valdez los sistemas represivos, de inteligencia e informáticas necesarios para controlar la totalidad de la información de toda Venezuela, quedando Hugo Chavez como el proveedor de los recursos económicos necesarios para llevar a cabo el renacimiento de la revolución cubana y el entregarle un país completo a los Castro, Venezuela, sin necesidad de disparar un solo tiro. Tres personajes del pasado que se suman a un personaje del presente para hacer de la revolución cubana el futuro para muchos países y que ven en los dineros infinitos de Hugo Chavez, más que en la ideología castrista, la excusa perfecta para formar parte del Imperio del DAME o Socialismo del Siglo 21, que al final es lo mismo que Comunismo, como bien lo ratifico el propio Fidel Castro en entrevista de televisión.
Ahora bien, a estos cuatro personajes debemos sumarle un quinto y que en este caso no es tan consiente del riesgo nuclear como lo fue Nikita Kruschev hace 50 años y me refiero a Mahmoud Ahmadinejad, quien se une al grupo colocando la guinda al pastel, en este caso, la capacidad nuclear que la revolución castrista siempre quiso poseer desde 1962. Debo recodarles que Mahmoud Ahmadinejad es solo un títere político y quien realmente está detrás de él es el ayatollah Seyyed Alí Hoseiní Jameneí, líder supremo y religioso de Irán y como ya bien todos sabemos, pues es público y notorios a través de los medios de comunicación, quieren entre otras cosas, borrar de las faz de la tierra e Israel y destruir a los Estados Unidos. La variable religión y fanatismo se suman a las variables de ideología, fanatismo y poder de Fidel Castro y si a eso le agregamos el dinero de Venezuela, entonces tenemos un coctel extremadamente peligroso y explosivo. Si jugamos con los tiempos y cambiamos a Nikita Kruschev por Seyyed Alí Hoseiní Jameneí, es por demás seguro que el misil nuclear a Miami habría sido disparado sin remordimiento alguno cambiando por completo la historia de la humanidad.
No es casualidad que en algunas de las reflexiones recientes de Fidel Castro hable sin tapujo sobre el holocausto nuclear al que se dirige la humanidad, no es coincidencia tampoco que Hugo Chávez en sus peroratas domingueras también lo haga, no es coincidencia la expulsión de la Cónsul de Venezuela en Miami, Livia Antonieta Acosta Noguera por conspirar y espiar para el gobierno iraní y por supuesto menos coincidencia aun el que Mahmoud Ahmadinejad no deje de nombrarlo en cada uno de sus discursos. Hoy verano de 2012 casi todas las condiciones están dadas para que ese objetivo cumpla su propósito. El desarrollo nuclear iraní va rumbo en popa, mientras Mahmoud Ahmadinejad distrae a la comunidad internacional y al bloqueo de Estados Unidos para ganar el tiempo necesario para que con el financiamiento de Hugo Chávez, pueda conseguir armar su primera bomba nuclear, si lo logra, y todo indica que así lo hará, los delirios de Fidel Castro, Hugo Chavez y Seyyed Alí Hoseiní Jameneí, tendrán a su disposición la herramienta necesaria para crear el caos o por lo menos la tensión internacional necesaria para negociar como en su momento lo pudo hacer Nikita Kruschev, solo que en esta oportunidad no contaremos con su lucidez.
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